Los orígenes de "La más culta de todas las fiestas" (Federico Garcia Lorca), en nuestras tierras viene de la mano de Hernán Cortés y sus primeros festejos por la conquista de estos nuevos territorios.
La primera corrida que se celebró en la ciudad de México fue el 26 de junio de 1526 para festejar el regreso de Cortés de las Hibueras. Y causó una gran recepción y admiración entre todo el pueblo de la gran Tenochtitlan.
Posteriormente se instituyeron de manera oficial las corridas de toros y en especial la del 13 de agosto, fiesta patronal de San Hipólito y de la ciudad de México en la que se conmemora la conquista de Tenochtitlán, o la fundación de la ciudad de México, el día 13 de agosto y su víspera, festividad que el cabildo secular de la ciudad organizaba anualmente con peculiar interés. La ceremonia consistía en llevar el estandarte real en procesión desde la Plaza Mayor hasta la Iglesia de San Hipólito en el límite de la ciudad con los pueblos de los indios y en organizar las corridas de toros y los juegos de cañas por tres días en la Plaza Mayor.
Esta primera fiesta oficial fue una celebración organizada por el cabildo de la ciudad y en el acta de cabildo 341ª, del 11 de agosto de 1529, decía a la letra:
“Miércoles 11 de agosto de 1529 años. - Estando juntos en Cabildo el Magnifico Señor Nuño de Guzmán, Presidente de esta Nueva España por su Magestad, e los Muy Nobles Señores Francisco Berdugo e Andrés de Barrios, alcaldes, e el Doctor Hojeda, e Bernardino Basquez de Tapia, Antonio Serrano de Cardona, e Gonzalo Ruys, e Lope Samaniego, regidores, e luego vinieron al dicho Cabildo el Comendador Proaño e Pedro de Samano.
Los dichos señores ordenaron e mandaron que, de aquí en adelante, todos los años por honra de la fiesta de Señor Sant Hipólito, en cuyo día se gano esta cibdad, se corran siete toros e que de aquellos se maten dos y se den por amor de Dios a los Monasterios e Hospitales; y que la víspera de dicha fiesta se saque el Pendón de esta cibdad de la Casa de Cabildo, y que se lleve con toda la gente que pudiera ir acompañándole hasta la Iglesia de Sant Hipólito...”
Un gran escrito donde se explica con la mayor sencillez el propósito, desde sus orígenes, de la más bella de todas las fiestas. Celebrar, entretener, luchar contra la bestia, domarla y matarla para alimentar a la población más necesitada, en ese entonces Hospitales y Monasterios que atendian a los indios más pobres a cambio de su catequesis.
Con muy pocas interrupciones, esta fiesta se solemnizó, hasta la consumación de la Independencia, tomando parte para amenizarla, trompetas y atabales contratados desde las tierras de Texcoco, y más tarde ministriles venidos de las Antillas o de España.
Las celebraciones continuaban en estas nuevas tierras y se convirtió en tradición acompañarlas de “los juegos de canas y corridas de toros”. Como por ejemplo sucedió el 31 de diciembre de 1529, cuando se conmemoró la Paz entre Francia y Castilla el cabildo dispuso de esta festividad.
Aparte de las fiestas de toros oficiales, es muy probable que los españoles, aprovechando la acometividad de algunas reses, en los primeros años de establecerse en la Nueva España convirtieran esta favorable circunstancia en un agradable pasatiempo; ejercicio que copiaron los indígenas corriendo toros, enlazándolos y derribándolos desde el caballo dando inicio a nuestro inigualable deporte nacional: la fiesta charra.
Los primeros toros llegados a la Nueva España, cimientos de la ganadería mexicana, fueron 12 pares de toros y vacas de Navarra que Juan Gutiérrez Altamirano importó en 1552 dando inicio en su Hacienda de Atenco a la ganadería mexicana cruzando éstas con ganado criollo en estado salvaje proliferando grandemente, pero conservando los descendientes las características de la raza navarra originaria.
La Ganadería de Atenco como lo explico en mi anterior artículo, es la más antigua del mundo taurino y la mas longeva de cuantas ha habido, ahora bien de esos toros y vacas que se trajeron desde España la sangre que predomina en México es la de Don Rafael Rueda Quintanilla mejor conocido como “ El Marqués de Saltillo” que dio origen a la historia del toro bravo en México.
Las más importantes ganaderías por orden de antigüedad son estas:
Atenco 1552
El contadero 1794 que derivó en Xajay
San Diego de los Padres 1848
Santin 1866
Hoy en día en México se crían toros bravos en su gran mayoría de sangre Saltillo, pero que han sido refrescados con el encaste de “Santa Coloma” y principalmente con el origen “Buendía" ya que traen la sangre Ibarra-Saltillo que los ha hecho en México y España de la predilección de algunas figuras del toreo, de hace unos años para acá se ha importado el encaste “Parlade” de origen Domecq para abrir otras líneas de sangre en nuestro pais; el toro Domecq es uno de los favoritos de los últimos tiempos en España.
En fin, sirvan estas letras como un pequeño homenaje a los orígenes de "La más grande de todas las fiestas" en nuestro querido México.